lunes, 14 de noviembre de 2016

Tu recuerdo


Tan. Tan. Tan. Tan. Tan.

Tan espontáneo como tus visitas nocturnas a mi apartamento.

Tan instantáneo como mi café de por las mañanas.

Tan elástico como la goma de tu tanga.

Tan usado como mis calzoncillos de los domingos.

Tan. Tan. Tan. Tan. Tan.

Tan útil como tus “¿en qué piensas?”

Tan sincero como mis “solo es una amiga”.

Tan lejano como tus “te echo de menos”.

Tan desgastado como mis “te quiero”.

Tan. Tan. Tan. Tan. Tan.

Una onomatopeya que retumba en mi cabeza, repitiéndose como las doce campanadas. O como los cuartos. Nunca he sabido realmente diferenciarlos, por mucho empeño que Ramón García pusiera en explicarlo.

Tan lejos y a la vez tan cerca. Como tu recuerdo. Como el mando de la tele del salón. Como el metro de Madrid, que ya no corre sino vuela. 

Tan cerca. Tan cerca que aun puedo sentir tu respiración en mi pecho, tu pelo en mi cara, tu calor en mi cama, junto a mí cuando amanezco. Ahora lo veo claro. Nunca te llegaste a ir. Sigues aquí. Aun estás aquí. Tu huella, tu olor, tu saliva, tu sudor.

Estás en mi ducha y en mi toalla. En mi mesa del comedor, donde mi compañero de piso no se digna a comer desde aquella escena tan violenta en que nos pilló. ¿Recuerdas? Aquella vez en que os conocisteis por vez primera, en la que tú te ofreciste a saludarle con un beso y el rogó que se lo lanzaras.

Estás en mi camiseta, la que me regaló un abuelo que me quiere mucho de Torrevieja. Ahora la uso de trapo viejo, bueno, la usaba hasta que limpié la balda de arriba de mi estantería. ¡Eso sí que era polvo y no lo que echamos en la playa!

Estás en mis calzoncillos y en las bragas que me guardé como souvenir, por si algún día fallecías y la prenda se revalorizaba. 

Estás en mis pantalones, en mi sudadera, en mi almohada, en mis sábanas.
En fin. Creo que ya va siendo hora de poner una lavadora.

Nota del autor: Por si acaso alguien se diera por aludido/a, cabe decir que el texto no va dirigido a nadie en particular, es una mera maraña de ideas a las que he dado forma. Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad. 

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